martes, 14 de agosto de 2012

Pánico y locura en Bolívar (Línea E)


Hola les voy a contar algo que me pasó recién, miren esto:

En la estación Bolívar de la Línea E, se armó quilombo por que habia una formación (observar el léxico "subtediario" del que hago uso) estacionada con las puertas cerradas. Nos hicieron esperar a que llegue el otro puto subte, pero tardó tanto el culiao que se enllenó de gente mal viste, y la gente cuando la juntás de a montones en un lugar caluroso y húmedo, más la particularidad de ser el primer día de servicio después de 10 días de paro, y la hacés esperar eternamente a que llegue otro subte cuando tenés uno estacionado y listo para salir pero con las puertas cerradas; y flaco, entonces preparate para el bolonqui...

Y así fué, empezó la batucada de palmas y golpes a la formación inutilizada con puños, pies embotados y algunos paraguas, creando una armonía compacta y sublime con una textura homófona y varios generadores de forma que no sé cómo se llaman por que ya me olvidé lo que me enseñaron en el IUNA.

En fin, en ese momento lo sentí. Sí, sentí que era mi deber como ciudadano, como pasajero, como consumidor insatisfecho de un servicio de mierda y una mojada de oreja por parte de Metrovías que me mostraba que sí, tenían un subte que podía salir "peeero nop... que peeena, hay que esperar el que vieeene"...

Sentí el impulso, la llama ardiente, el Niño batero que luchaba contra el Hombre percusionista clásico, sentí una ganas tremendas de apagar la música de mierda que sonaba en mis auriculares y sumarme al quilombo, haciendo un tremebundo solo de Vagón Estacionado valiéndome de un paraguas y mis propias manos, enceguecido por el hambre de Justicia, motivado por los gritos de uno o dos que empezaron a pregonar "Ladroooones, devuelvan la guiiiita!!!" "Hijos de re mil puuuuuuta!!!".

Y fué en ese momento, en ese mismísimo momento, cuando ya no daba más y estaba decidido a romper todo, que algo me frenó. No sé cómo explicarlo. Una fuerza poderosísima me frenó, me hizo quedarme tranquilo, y una voz interior me empezó a chamuyar finamente "bueee, ya fué, a lo sumo llegaremos 15 minutos después a casa, sigamo' escuchando música y a la mieeerda, qué te vas a calentaaar"...

Y no hice nada. No hice. Nada. Me quedé parado como un pelotudo esperando el subte que no llegaba y a los 15 minutos finalmente llegó.

Fué ahí cuando me di cuenta de la terrible Verdad, porque la Verdad es siempre terrible:

Soy un Burgués de mierda.